El concepto de legado es el de una donación o liberalidad mortis causa a título singular.
El heredero sucede a título universal: se produce un llamamiento a la totalidad de la herencia, es decir, a todos los bienes del fallecido. “Sustituye”, por así decirlo, al causante en todos sus bienes, derechos y obligaciones. Ocupa su lugar.
Aunque el fallecido no haya otorgado testamento, la ley determina cuáles son sus herederos, sin que quepa opción a cambiar esta circunstancia.
El legatario, en cambio, sucede a título particular: hay un llamamiento concreto sobre uno o varios bienes de la herencia, es decir, recibe un bien concreto del causante.
Y es una figura que depende siempre de la voluntad del testador, pues se ha designar en el TESTAMENTO. Es la única forma de dejar un legado. Por ello, si se quiere disponer de los bienes de forma distinta a la preestablecida por la ley, entre otras ventajas, es conveniente otorgar testamento.
Las derivaciones de la renuncia en uno y otro caso son también distintas:
En la renuncia de la herencia la ley establece un llamamiento sucesivo, es decir, se va llamando al resto de herederos según el orden que establece la ley.
Respecto de la renuncia del legatario las consecuencias son diferentes, pues si el testador no ha dejado nombrado un sustituto el bien pasa de nuevo a formar parte de la herencia.
Hay que tener en cuenta también que el legatario no puede adjudicarse su legado sin la autorización del/los herederos, salvo autorización expresa del testador, en cambio el heredero puede tomar posesión de su herencia cuando lo desee.
No es lo mismo cuando haces testamento dejar un heredero o dejar un legatario.
Y por otro lado, seas legatario o heredero, hay que analizar el estado del patrimonio del causante antes de emprender cualquier acción.
En HEREDAS, nos puedes contar tu caso y te resolvemos cualquier cuestión al respecto.
